El STUNAM: Historia, Presente y Futuro de Lucha Sindical
El STUNAM: Historia, Presente y Futuro de Lucha Sindical

La UNAM predica democracia en las aulas, pero la niega en su gobierno y en el manejo de los recursos que son del pueblo de Mexico y de la Universidad Nacional Autónoma de Mexico. 

Manuel Guzmán de CCH Vallejo y Alejandra Hernández de DGP

En los últimos meses, el Consejo Universitario, (CU), de la UNAM ha anunciado diversas modificaciones, a la legislación Universitaria con el objetivo de realizar una reforma en materia disciplinaria, que incluye cambios en el Tribunal Universitario, un nuevo Reglamento de la Junta de Gobierno y la creación de un Consejo Asesor de Reforma Institucional y Prospectiva Universitaria. En apariencia, estas medidas buscan modernizar a la Universidad y hacerla más transparente. Sin embargo, al analizarlas de cerca, queda claro que son cambios superficiales que no tocan lo verdaderamente importante.

Los temas esenciales permanecen intactos:

  • La desigualdad en el Consejo Universitario, donde trabajadores y estudiantes carecen de fuerza real.
  • El carácter elitista y autorreproductivo de la Junta de Gobierno, que concentra el poder académico.
  • La opacidad del Patronato Universitario y la impunidad de la administración, que permiten la continuidad de prácticas dañinas sin sanción alguna.

Hacia afuera, la UNAM se presenta como ejemplo de justicia, libertad y democracia. En sus aulas enseña que la vida pública debe regirse por valores como la legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad, eficiencia, integridad, transparencia, rendición de cuantas, respeto, la pluralidad y la participación. Pero hacia adentro, mantiene un modelo de gobierno piramidal y excluyente, más cercano al autoritarismo del siglo pasado que a la vanguardia democrática que dice representar. La UNAM predica democracia en el discurso, pero la niega en su práctica interna. El Consejo Universitario debería ser el órgano más democrático de la institución, pero su integración refleja un marcado desequilibrio:

COMPOSICIÓN DEL H. CONSEJO UNIVERSITARIO

La composición no es ni democrática, ni igualitaria y menos representativa ya que esta secuestrada por la representación del recto, secretario general, directores de facultades, escuelas e institutos, profesores de escuelas y facultades, bachillerato, investigadores de institutos y centros de investigación con una representación de 238 consejeros que representa 70.20% del consejo universitario, con una representación estudiantil de 94 consejeros estudiantiles que representa un 27.72% y una representación administrativa de 7 consejeros universitarios pero solo 1 con voz y voto que es el titular, y  que representa el 0.29 % de ese consejo universitario, de un total de 339 Consejeros Universitarios,  la mentira con la que por muchos años han querido seguir manteniendo solo es para seguir protegiendo los privilegios de una casta dorada que se protegen entre ellos, simulando que es un consejo democrático, pero que se eligen entre ellos y no, por un mandato de la comunidad universitaria como debería de ser.  

De esta forma, el Consejo Universitario no es un auténtico parlamento plural, sino un órgano que valida decisiones ya tomadas desde arriba. La Junta de Gobierno es el órgano con mayor poder dentro de la UNAM. fue creado en 1945, Se integra por 15 miembros de la Comunidad Académica, elegidos por el Consejo Universitario y, en ocasiones específicas, por la propia Junta. Siendo un cargo Honorario, permanecen en funciones durante 15 años y tienen la facultad de nombrar al Rector y a los directores de facultades, escuelas e institutos, asi como designar a los miembros del Patronato Universitario.

El mecanismo de integración asegura su carácter elitista:

  • La propia Junta de Gobierno propone las ternas de candidatos.
  • El Consejo Universitario solo puede elegir dentro de esa terna.

Así, la Junta de Gobierno se autorreproduce y se blinda ante cualquier intento de apertura. Aunque recientemente se aprobó un reglamento que promete publicar actas y justificar nombramientos, lo esencial sigue igual: la Junta de Gobierno es un círculo cerrado al que no acceden estudiantes ni trabajadores. A ello se suma un problema estructural: los proyectos que presentan quienes aspiran a ser directores se enfocan casi exclusivamente en temas académicos. Se habla de planes de docencia, investigación y extensión, lo cual es positivo, pero se omite un aspecto clave: la gestión administrativa. Muchos directores llegan sin experiencia en manejo presupuestal, administración de personal, infraestructura o rendición de cuentas. Esto los deja dependiendo de los secretarios administrativos, que como ya se ha señalado, suelen moverse bajo lógicas de compadrazgo y rotación impune, inventando día con día, el trabajo que debería estar sustentado por un amplio plan de trabajo que se reflejara en resultados a corto, mediano y largo plazo. 

Lo que debería cambiar es claro: cada aspirante a director tendría que presentar dos proyectos complementarios —uno académico y otro administrativo—, ambos públicos y discutidos con la comunidad. Solo así habría una visión integral que combine excelencia académica con responsabilidad en la gestión de recursos y condiciones laborales. 

El Patronato Universitario, encargado de manejar el patrimonio y aprobar el presupuesto, debería garantizar el buen uso de los recursos. Sin embargo, funciona bajo una lógica de compadrazgo y discrecionalidad. Los ingresos provenientes del deporte universitario y de convenios con equipos profesionales se manejan con opacidad. La comunidad desconoce cómo se distribuyen esos recursos, qué prioridades se atienden y qué intereses se benefician realmente.

A este panorama se suma otro problema estructural: los secretarios administrativos. a pesar de que en muchos casos se sabe de malas gestiones, irregularidades o abusos de poder, en lugar de investigarlos y sancionarlos, la práctica común es simplemente rotarlos a otra dependencia, mandando el mensaje que la UNAM, protege la impunidad, negando una verdadera justicia legal y administrativa, que pusiera fin a las ilegalidades al presupuesto que es subsidio del Gobierno Federal y de ingresos propios de la institución.

Este mecanismo de “puerta giratoria” perpetúa la impunidad administrativa:

  • Los funcionarios incompetentes o corruptos siguen ocupando cargos de poder.
  • Se reproduce el compadrazgo, pues los puestos se asignan por lealtades políticas o amistades.
  • Mientras a los trabajadores de base se nos exige disciplina y se nos sanciona con días de castigo o recisiones de contrato, a los funcionarios se les protege y acomoda en otras dependencias de donde fueron removidos, solo reciclando los mismos problemas para la unam.

De este modo, tanto el Patronato como las estructuras administrativas se han convertido en espacios donde no hay rendición de cuentas, y donde la autonomía universitaria funciona como un escudo para blindar privilegios.

La contradicción es profunda:

  • La UNAM enseña democracia, pero no la aplica en su vida institucional.
  • Habla de justicia social, pero mantiene marginados a los trabajadores Administrativos y Académicos y limita la voz de los estudiantes.
  • Se presenta como plural, pero sus decisiones surgen de círculos cerrados, compadrazgos y acuerdos cupulares.

Esta incoherencia mina su legitimidad moral. Una institución que predica valores en sus aulas, pero no los respeta pierde credibilidad frente a su propia comunidad, frente al país y ante el Mundo.

En este sentido, la UNAM puede considerarse el último eslabón del priismo, pues conserva prácticas verticales y autoritarias en pleno siglo XXI.

La contradicción es aún más dolorosa porque la Universidad también ha sido cuna de grandes movimientos sociales, sindicales y estudiantiles que han luchado por la democracia y la justicia. Su espíritu es de lucha social, pero su corazón institucional sigue siendo autoritario.

La UNAM no necesita más parches, sino una reforma profunda que democratice de verdad su vida interna:

  1. Consejo Universitario paritario: con igualdad en la representación de estudiantes, académicos y trabajadores.
  2. Junta de Gobierno plural y renovable, con mandatos cortos y abierta a todos los sectores.
  3. Patronato sujeto a auditorías públicas, con participación comunitaria y sindical en la fiscalización de los recursos.
  4. Fin de la impunidad administrativa, con procesos claros de sanción y rendición de cuentas para funcionarios y secretarios administrativos.
  5. Directores con proyectos académicos y administrativos, que incluyan gestión de presupuesto, infraestructura y condiciones laborales.
  6. Elección democrática del Rector y de los directores, con voto universal, libre, secreto y en urna, ponderado debates públicos y revocación de mandato.
  7. Transparencia absoluta en presupuestos, sueldos y convenios que se tenga con la UNAM.

Las reformas que la UNAM presume son solo un maquillaje institucional. La comunidad universitaria no puede seguir siendo espectadora de esta contradicción. Estudiantes, trabajadores y académicos tenemos que levantar la voz y exigir una verdadera reforma democrática que acabe con el poder de las élites y con la opacidad en el manejo de los recursos por la casta dorada de la UNAM.

Incluso su lema histórico, “Por mi raza hablará mi espíritu”, se ha vuelto contradictorio. Porque ¿cómo puede hablar el espíritu de la UNAM si dentro de la institución se callan las voces de quienes la sostienen? ¿Cómo puede presumirse como faro democrático si mantiene estructuras heredadas del viejo priismo?

Y no olvidemos algo esencial: si la UNAM es reconocida en México y en el mundo como una institución de lucha social, no es por sus autoridades, sino por sus estudiantes, sus profesores y sus trabajadores. Son ellos quienes han dado la cara en cada movimiento, quienes han defendido la educación pública, quienes han sostenido a la Universidad frente a crisis, recortes y autoritarismos.

Ese lema solo recuperará su sentido cuando el espíritu universitario sea realmente democrático, cuando la voz de estudiantes, trabajadores y académicos tenga el mismo peso, y cuando la Universidad se abra a la justicia y a la igualdad que predica. Porque la UNAM es del pueblo de méxico, para el pueblo de méxico, y no de unos cuantos; Porque sin los trabajadores, sin los estudiantes y sin la comunidad, la Universidad no funciona. Y porque solo con democracia real la UNAM podrá ser la casa de estudios justa, libre y combativa que este país necesita.

¡La historia es nuestra y la hacemos los trabajadores!

REGENERACIÓN SINDICAL 

42 Congreso General Ordinario del STUNAM

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *