Federico Hernández de CCH Vallejo
Hoy venimos a hablar de un tema que nos atraviesa a todas y todos: la violencia, el acoso y el estrés en el trabajo. Problemas que no se ven siempre a simple vista, pero que lastiman la salud, la dignidad y la vida de miles de trabajadoras y trabajadores de la UNAM.
No es casualidad que la Organización Internacional del Trabajo, en 2019, aprobara el Convenio 190: el primer tratado mundial que reconoce que la violencia y el acoso laboral son una violación a los derechos humanos. México lo ratificó en 2022, lo que significa que ya tiene rango constitucional. Es decir, no es un favor: es un derecho que nos corresponde.
Este convenio, en sus artículos más importantes, dice claramente que los Estados y los empleadores están obligados a garantizar entornos libres de violencia y acoso, que deben existir mecanismos de denuncia efectivos, que los sindicatos tienen que participar activamente en la prevención y que el trabajo digno solo existe cuando se respeta la igualdad y la salud de quienes laboramos.
En países como Uruguay, Argentina, Canadá y Sudáfrica, los sindicatos no se quedaron cruzados de brazos. El PIT-CNT en Uruguay logró crear comisiones bipartitas; en Argentina, las cláusulas contra la violencia laboral ya son parte de convenios colectivos; en Canadá, la Ley C-65 obliga a dar formación y a incluir a los sindicatos en los comités de seguridad; y en Sudáfrica, la COSATU consiguió que el C190 se volviera parte de la legislación nacional.
¿Qué quiere decir esto? Que cuando los sindicatos se involucran, el convenio no se queda en letra muerta, sino que se convierte en protocolos, comisiones, cursos y sanciones reales.
¿Y qué pasa en la UNAM?
Aunque en 2023 se presentó una política de prevención de riesgos psicosociales, esta fue unilateral, sin participación del STUNAM, sin plazos claros y sin mecanismos efectivos de seguimiento. Mientras tanto, trabajadoras y trabajadores siguen enfrentando sobrecargas de trabajo, hostigamiento de jefes, acoso entre compañeros y estrés laboral.
Por eso desde Regeneración Sindical proponemos que el STUNAM deje de ser observador y se convierta en protagonista.
Nuestra propuesta es clara:
- Cláusula transitoria en el Contrato Colectivo, que obligue a instalar una Comisión Mixta Contractual STUNAM–UNAM en un plazo máximo de 60 días tras la firma.
- Esa Comisión tendrá 120 días para elaborar un Protocolo Integral de Trabajo Digno, con perspectiva de género y derechos humanos, que incluya medidas de prevención, denuncia, protección y sanción.
- Todo trabajador que incurra en violencia o acoso deberá asistir a cursos obligatorios de sensibilización y reeducación. Y para toda la base habrá campañas sindicales permanentes: “En la UNAM, ni acoso, ni violencia, ni estrés: C190 ahora”.
- La Comisión rendirá informes semestrales a la comunidad y garantizará que no haya represalias contra quienes denuncien.
El IMSS y su sindicato SNTSS ya dieron un paso creando un protocolo bilateral contra la violencia laboral. Es un precedente en México. Si ellos pudieron, ¿por qué el STUNAM no?
La historia del STUNAM es de pionerismo: fuimos vanguardia en salario, en prestaciones, en la defensa de la universidad pública. Hoy debemos ser pioneros también en la defensa del trabajo digno sin violencia ni acoso.
No estamos solos. Como parte de la Unión Nacional de Trabajadores, podemos llevar esta propuesta a nivel nacional, para que otros sindicatos la repliquen y hagamos del Convenio 190 una verdadera bandera de lucha de todo el movimiento obrero en México.
Así como en Uruguay, Argentina y Canadá los sindicatos marcaron la pauta, en México debe ser el STUNAM quien abra camino. No más silencio. No más observadores. Es hora de ser protagonistas.
Porque la dignidad laboral no se negocia: se conquista.
La historia es nuestra y la hacemos todos los trabajadores.
REGENERACIÓN SINDICAL

