Salario mínimo y salario contractual: el doble discurso del Estado
Salario mínimo y salario contractual: el doble discurso del Estado

Salario mínimo y salario contractual: el doble discurso del Estado

Guadalupe Ramírez de FES Iztacala

Hoy vivimos una contradicción evidente. El gobierno federal presume, año tras año, aumentos históricos al salario mínimo. Habla de justicia social, de recuperación del poder adquisitivo y de dignidad para los trabajadores. Y es cierto: el salario mínimo ha crecido a pasos acelerados. Tan solo en 2025 se fijó en 278.80 pesos diarios, y si para 2026 aumenta el 12 % como se proyecta, llegará a 312.25 pesos diarios.

Pero al mismo tiempo, como patrón directo de millones de trabajadores del Estado, el mismo gobierno nos condena a aumentos contractuales mediocres, de apenas 3 a 5 por ciento. En la UNAM, en el ISSSTE, en el IMSS o en la CFE, los tabuladores salariales avanzan a paso lento, siempre atados al pretexto de las restricciones presupuestales.

La consecuencia es clara: las categorías más bajas del STUNAM, que en otro tiempo superaban con amplitud al salario mínimo, hoy están a punto de ser alcanzadas o rebasadas por él. Lo que antes fue una conquista sindical, hoy corre el riesgo de reducirse a un simple espejo de lo que marca la CONASAMI.

Aquí se revela el verdadero doble discurso del Estado. Como garante de derechos, presume logros hacia afuera. Pero como patrón, aplica políticas restrictivas hacia adentro. El mismo gobierno que alza la voz por la justicia social es el que mantiene rezagados a sus propios trabajadores.

Y no podemos dejar de señalar algo más: los sindicatos también hemos sido cómplices. En lugar de presionar con fuerza por aumentos reales, muchas veces hemos aceptado migajas, administrando la precariedad en lugar de combatirla. Un ejemplo de que sí es posible arrebatar incrementos considerables lo tenemos en la CoordinadoraNacionaldeTrabajadoresdelaEducación (CNTE). Con paros, movilizaciones y presión directa al gobierno, la CNTE logró mejoras salariales y reconocimientos que no se hubieran conseguido en una mesa de negociación pasiva. Su experiencia demuestra que, cuando el sindicato se planta con firmeza y no se limita a administrar la precariedad, el Estado-patrón se ve obligado a ceder.

Por eso hablamos no solo de incrementos aislados, sino de una retabulación completa. El tabulador actual ya no responde a lo que alguna vez representó ni a las condiciones económicas de hoy. Los trabajadores exigen que el salario contractual recupere su papel de conquista, no de rezago. Retabular significa colocar cada categoría en un nivel justo frente al salario mínimo y frente al costo real de la vida: alimentación, vivienda, transporte, salud, educación y recreación. Sin esa retabulación, seguiremos atrapados en una simulación donde el salario contractual se reduce a imitar, tarde y mal, lo que marca el mínimo legal.Este doble discurso no sólo afecta el salario. Se expresa también en la vivienda y el transporte. Mientras se habla de vivienda digna, los créditos llevan a los trabajadores a casas en la periferia, con traslados de horas que consumen tiempo y salario. Mientras se habla de bienestar, el tiempo libre y el derecho a la recreación se vuelven inalcanzables.

Compañeras y compañeros: los trabajadores del Estado no somos beneficiarios de la justicia social que se presume en los discursos. Somos sus primeras víctimas.

Por eso, nuestra tarea  como STUNAM es clara: exigir una retabulación, aumentos contractuales que realmente superen al salario mínimo, romper con la complicidad de la pasividad y recuperar la bandera de la dignidad obrera.

Sólo así podremos volver a ser protagonistas de la justicia social y no meros espectadores del doble discurso del Estado.

La historia es nuestra y la hacemos todos los trabajadores.

REGENERACIÓN SINDICAL

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